Ya no estás (A mi hermano)



 * Dedicado a mi hermano Manu, porque, de no habérnoslo arrancado la muerte el pasado 29 de Octubre, hoy, 13-07-2016, cumpliría 59 años...
Beti nire bihotzean, Manu!
(Siempre en mi corazón, Manu!)

¡Ya no estás!... 

Cómo duelen los días cuando lloran segundos de oscuro silencio...
El tiempo escribió esa página
que rezuma olor a dolor y a sentimiento...
Cómo duele ahora la memoria en el exilio de tus ecos...
Aún buscó el atajo de tu voz tras mis suspiros muertos...
pero yace yerto el pozo de mis verbos
y mis palabras se han vuelto adictas al silencio...
desde esta infinita cárcel de melancolía que ahoga mis ojos ciegos... 
porque... ¡ya no estás!...
porque a tu vida se le cerraron los caminos de un manotazo seco,
repaso las olas de tu mar tranquilo
violando el río de mi atribulado tormento...
y cierro los ojos en el acantilado de mis recuerdos...
como quien busca los acordes de una canción entre los disfraces viejos...
para inmortalizarte en su melodía... metiéndote dentro...
entre estas cicatrices que sangran lágrimas sordas muertas de miedo...
porque ...  ¡ya no estás!...

Cómo duele imaginar tu mirada
sin oír el rubor de la sombra de tu murmullo mudo
ahogando las lágrimas del sol con un manto de hielo...
Escala por mi garganta un mechón de voz
que quiere dibujar palabras en el lienzo de tu cuerpo...
pero... ¡ya no estás...!
y tan sólo quedan los trazos de esta dañina soledad sin dueño
que amarga y que duele como un año sin primavera...
como arrancarle a una poesía viva la piel entera... 
como gritar sin voz en estas noches de luz desértica...
Busco en el funesto infinito del rincón de mis sueños...
pero... ¡ya no estás...!
o tal vez tan sólo estoy soñando que sueño...

Cómo duele sentir el vacío de este presente ahogado 
en ese mar que me mira de frente desde la ventana...
el mutismo de su horizonte duele más que un disparo en el pecho...
a fuego descarnadamente lento...
Entierro mis ganas de abrazarte y me muero por dentro...
y no deja de latirme aquel instante eterno
cuando asesinaron nuestras esperanzas...
y jugué a saber cuánto podía quererte probando a decir «te quiero»
pero... ¡ya no estás!...
y ahora tan solo oigo el lamento de una vieja balada ahogada en mi memoria
desdibujando sus viejos arpegios necios...

Cómo duele el tiempo de los días y de los años encogido en un minuto de sueño...
Cómo duele pensarte solo, encarcelado en ese infinito perpetuo...
donde la luna no es más que un engaño nefasto
que nos asfixia el presente con su pasado anémico de futuro incierto... 
Cómo duele abrir los ojos... y saber que... ¡ya no estás...!
cuando cada día las nubes planifican
ocupar la azul alfombra de ese cielo...
desde donde tu muerte quiere hablarme de la vida...
y yo... desde la tristeza de mi pesar...
tan solo escucho el llorar continuo
de los enfermos segundos de oscuro y sordo silencio...

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